
Chao Lu
67.890 decimales en 24 horas, 4 minutos.
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Estás en un concurso de televisión. Frente a vos hay tres puertas cerradas. Detrás de una de ellas hay un gran premio: un auto deportivo, un cofre lleno de dinero, unas vacaciones en el Caribe. Detrás de las otras dos no hay nada.
El conductor del programa te pide que elijas una de las puertas. Vos las mirás y son todas más o menos iguales. Un poco al tuntún te parás frente a una de ellas.
Suena la música, giran las luces, y el conductor del programa abre una de las otras dos puertas, donde sabe que no se oculta nada. Todo el mundo puede verlo, y vos también.
Se hace un repentino silencio y los reflectores te enfocan sólo a vos. El conductor dice: «Tenés dos opciones. Podés mantener la puerta que elegiste inicialmente, o cambiarte a la otra que todavía está cerrada. ¿Qué hacés?»
¿Qué te conviene hacer? ¿Mantener la decisión inicial? ¿Cambiar de puerta? ¿Acaso será lo mismo?
El problema es antiguo y polémico. A veces aparece asociado al nombre de Monty Hall, un canadiense que condujo un programa de concursos en la televisión muy popular en algunas épocas y algunos lugares. Es fácil responder de manera equivocada; la solución es muy poco intuitiva.
La primera reacción es pensar que da lo mismo. Cuando el conductor abre una de las puertas es como si el concurso empezara de nuevo: hay dos puertas y tras una está el premio y tras la otra no hay nada. La chance entre una y otra parece ser equivalente. Da lo mismo cambiar de puerta o quedarse en la ya elegida.
Sin embargo no es así. Siempre conviene cambiar de puerta. ¿Por qué?
Cuando al principio elegís una puerta tenés un tercio de probabilidades de que sea la puerta con premio. Las demás puertas reúnen los dos tercios restantes. Que el conductor abra una de las otras puertas no cambia esa distribución: la tuya sigue teniendo un tercio de probabilidades, y la probabilidad de las otras se acumula en la única que permanece cerrada. Si cambiás de puerta la chance de ganar es de dos tercios.
Podés entenderlo mejor con este experimento mental. Imaginate que hay mil puertas. Tras una sola de ellas está el premio. Elegís una. El conductor abre todas las demás salvo una. ¿Cuál elegirías ahora?